t r ó p i c o s

20080526

ergonomia

Es complicado dejarse a uno mismo, decir: ahí te quedas, nos vemos luego.
Traigo un algo suspendido, un algo que es entre tristeza, felicidad y euforia.
Odio este espacio, los tristes trópicos, voy de reiteración en reiteración.
Ya no tengo textos que decir acá ni cosas por las que patalear que quepan en este naranja.
Es más, ya no me gusta el naranja.

Tengo presentes las clases de yoga a las que no llegué,
la Akerman dándome vueltas en la memoria
y a un tratado de ergonomia que por pudor no escribiré aquí.
No.

Qué tan rápido nos hemos agotado
y, sin embargo,
lloraba frente esos balcones entre kitsch y cutre
(con feist al fondo) había yerbas y llovía. Llueve.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El naranja podría no ser un buen color (por un tiempo), pero queda el verde, el violeta o quizá el gris. La gama, como de costumbre, está ahí. Solo hace falta mirarla o hasta des-mirarla.