Una caja de zapatos guarda todo menos zapatos:
archivo aleatorio de 5 ó 100 fotos, un tornillo,
medias y vestido,
tres cartas, un empaque.
Cuatro paredes y tapa de cartón:
el lugar ideal para poner a prueba
huellas de lo que acontece y -al parecer-
termina.
Después, si una caja (insignificante envoltura)
logra sobrevivir a mudanzas y carros de basura,
vendrá el momento —al abrir un cajón
al tropezarse
al limpiar con una escoba bajo los muebles—
de preguntar con un vago mareo:
¿De qué manera abrir la caja?
¿De pie?
¿Sentado?
¿Sobre o debajo de la cama?
¿En la cocina?
¿La luz prendida o apagada?
Lo que se guarda en una caja de zapatos
es todo menos insignificante.
Llegado el momento
nos preguntáremos
cómo mirar las huellas,
aquello que sucedió
que nos trajo hoy hasta este punto.
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