Camino a la cerveza encontramos una librería abierta. La parada era obligatoria, una libreria abierta a la 1 de la mañana...!
Primeras ediciones, francés, inglés, las obras completas de Lenin (¿quién se compra las obras completas de Lenin -40 tomos aunque por treintaytantos euros...-?), como es natural, millones de libros en alemán a módicos precios de un euro y una que otra joyita a 3. Los libreros conversaban en inglés y con nosotros pasaban del inglés al alemán y a unas preguntas en francés -nuestra charla en español los confundía, creo.... o nos probaban-, raros, agradablemente raros. Yo compré La cantatrice chauve un poco rayado por algún alemán que tenía el diccionario a lado pero en una edición de los 50, pagué media cerveza. Después fuimos al Bruke por la cerveza prometida. Estabamos rodeados de conversaciones que no por ser en sábado a las 2 y algo de la mañana, al aire libre y en plena informalidad, dejaban de lado la filosofía, política o cosas que se parecen o palabras que lo intentaban aunque el tono fuera ebrio. Un chico tomaba solo y leía, veia, regresaba al libro, veia, un trago... pensabamos que nos diría que salía de fiesta con su amigo Kant. Uy, estas cosas, creo, solo pasan aquí.
Hoy volvió a salir el sol aunque tuvimos un fin de semana invernal, qué cosas.
1 comentario:
Berlin, que envidia!
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