3 "hay que"
I. PUES HAY QUE SABER A qué llamamos Ciudad, qué nos ofrece una ciudad para vivir, huir, evitar, sufrir, restaurar, hay que haber descubierto la verdad de una ciudad, su valor en vida, en muerte. Su valor en servidumbre, en humanidad. Un ver por haber visto las ciudades hasta el fondo de los corazones y de las tumbas. Hay que saber el precio humano de las cosas aparentemente buenas, de lo necesario y de lo inútil. Hay que saber cuantos muertos cuesta una ciudad, una casa, un salón, ¿quién paga? ¿quién calcula nuestros gastos? ¿nuestros ahorros? ¿nuestros olvidos? ¿nuestras pérdidas? Hay que haber aprendido cómo vivir humanamente el tiempo, saber actuar tan lentamente, respirar tan profundamente que se necesite una vida para crecer y pensarse humanamente. Hay que poder vivir según las lentas estaciones del pensamiento.
II. TODO LO QUE NO HAY QUE OLVIDAR, no negarse a saber, a conservar herido en la memoria: la muerte, la carnicería, la indiferencia, para poder llegar viva delante de la naranja llena de vida, hay que pensar en seis millones de cadáveres, tres mil cabezas nucleares, no olvidar, mil millones de encadenados, mil millones de emparedadas (...) trabajo de desolvidar, de descallar, de desenterrar, de desencegarse y de desensordecerse.
III. HAY QUE PERFORAR la densidad de nuestra inmovilidad interior, encontrar la fuerza última más fuerte que la inercia, agujerear los montones de olvidos, para ir hacia el recuerdo de las ventanas cuya existencia habíamos eliminado al pasar de vida a ciudad
Hélène Cixous. "Vivir la naranja" en La risa de la medusa. Anthropos.
intersecciones junio 2009
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