El corazón que se expande y se comprime en menos de lo pensado, los vuelcos, las insinuaciones de lagrimas, la sonrisa evidente, el abrazo exacto, los tacones sobre la madrugada, el escarabajo verde, los escarabajos verdes que nos llevan y nos traen mientras tenemos ese olor a satsuma en la mano derecha. El pecho de petatillo, ese muro que se viste de azulejos aunque abajo, debajo tengamos ladrillos.