El viento fresco después del calor, los cerros allá tan cerca, la ciudad ampliada, abierta, deseante. Tras las gafas miro las cosas que se estrellan en las micas. Los pedazos de vidrio me hacen creer que puedo prescindir de casi todos los hilitos que están sobre la mesa, que puedo tener los dedos desnudos. Sonrio frente al espacio no mapeado, sonrio ante esa que soy yo pero que no está donde soy.