Mi nivel ceráunico ha disminuido notablemente, afuera llueve, relampaguea y yo sin tormentas trópicales visibles, sin esas alteraciones climáticas capaces de convertirme en un huracán. Prueba de lo anterior es mi nueva negación a escribir, seré franca: escribo cuando algo está mal, escribo con los malos sueños, escribo cuando leo demasiado, escribo cuando estoy sola, escribo cuando hay vórtices alrededor de mi centro. Escribir es un paraguas rojo que se hace trizas y me entierra las varillas mientras me empapo a la mitad de la calle. Escribir es un paraguas transparente casi invisible que deja ver el cielo cuando está cargadisimo de agua pero cuando se despeja desaparece.
¿Por qué dormir si no era necesario? ¿qué quiero decir cuando digo que no quiero decir nada? ¿por qué soñar con lo que ya no importa? ¿y si aún hay lluvia pero de tan acostumbrada ya ni me doy cuenta? ¿y si de tan empapada ya no puedo mojarme más? ¿y si me he construido un impermeable de tiempo y de palabras sin usar?
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