t r ó p i c o s

20070803

A.

Las ausencias tienen la fuerza de la carne de los fantasmas y como ella se arraigan, se injertan a la propia piel. Nuestra presencia aquí y ahora es sólo una prolongación de la carne de los ausentes, de lo ausente. Somos un testimonio victorioso o fallido de aquello que ya no está y que nos reduce a ser una frase, un "si, estuvímos". Creemos ser presencias que olvidan día y noche, noche y día pero nos engañamos, el olvido de las ausencias tiene como premisa no olvidar jamás. Esa es la fuerza de su piel, eso es lo que las hace estar tan arraigadas, tan poderosamente presentes.

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