Mis recuerdos monzónicos están reviviendo. El clima aquí en Puebla ha estado terrible, Isabel y yo, por teléfono, oíamos nuestros domos con agua que martilleaba, en el DF, decía ella, está igual: no ha parado de llover desde la madrugada de hoy (casi ayer). Ese clac-clac, pájaro carpintero en el techo, se va metiendo en la cabeza, se mete por todos lados el golpeteo, el agua, todo.
Lo cierto es que aún no se han superado mis días monzonicos: quedarnos varados en un hotel en Udaipur porque la lluvia en tres días no paró. El hotel era un lujo para la India, para ese viaje, olia a té de limón y ´la ciudad era hermosa como para que siguiera lloviendo por semanas, por meses. Adriana y yo una tarde, con todo y lluvía, no subimos a un rickshaw y fuimos a comprar libretas y zapatos y más libretas y muchisimas libretas, una ciudad de papel esa, tomamos chai, entramos a comprar especias, compramos chai, aun tengo chai de la india, deben probar ese chai el de starbucks no funciona, es terrible. El monzón que no nos dejaba ir, que no nos dejaba tomar el avión, que retrasaba Mumbai y Londres y México. Mañana tomo un avión, el vuelo no es así de largo pero si el clima sigue así tal vez no lo tome, si sigue el huracán y la lluvía y el viento y el golpeteo tal vez no vaya a ningún lugar y me quede escuchando como cae el agua, aquí, justo donde estoy ahora.
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