Pensar ni consuela ni hace feliz.
Pensar se arrastra lánguidamente como una perversión;
pensar se repite con aplicación sobre un teatro,
pensar se echa de golpe fuera del cubilete de dados.
Y cuando el azar, el teatro y la perversión entran en resonancia,
cuando el azar quiere que entre los tres haya resonancia,
entonces el pensamiento es un trance,
y entonces vale la pena pensar
m.foucault
No hay comentarios.:
Publicar un comentario