t r ó p i c o s
20100318
Creía, como todos los niños o al menos como los niños que no han adquirido mucho del sentido común, que el corazón estaba en otra parte. Imaginaba que el latido venía de un lugar distinto a donde se sentía; el corazón se movía, a veces estaba en la palma de la mano y otras en la punta de los pies o allí en el raspón de la rodilla Y... ¿Qué era eso tan ambiguo que llamaban corazón? Los latidos eran sólo lo más inmediato a algo subterráneo que tenía sus raíces por todo el cuerpo. Este dedo es una raíz (y no una rama), mi cuello es raiz y latencia. Para encontrar el lugar había que cerrar los ojos. La mirada, raiz profunda de eso que llamamos razón. "Ver" era ya dejar de sentir los latidos en el ombligo -¿Qué no ves que lo tienes a la izquierda del pecho?-. Recordaba esto en días pasados cuando en un gesto absurdo intenté hacer "disparos fotográficos" menos razonables y más corazonables: dejar que mirada, afectividad, cuerpo se confundieran: eso, creo, supone otra manera de recordar. Mirar pero luego al hacer click no ver el objetivo, no revisar el encuadre y solo recargar la cámara al centro del pecho, en la mano, en el estomago. De cierta forma queremos que las fotografías determinen un recuerdo, queremos fijar pero, ¿si en lugar de fijar removemos, movemos?. Esto tal vez con estas fotos sólo funciona para mi cuando me hace preguntarme sobre lo que miré en ese momento y no está, de lo que está pero no veía. miradas afectivas y en muchos momentos miradas borradas: no se distingue nada, se perdió lo que veía o no está en imagen y hay una intuición desdibujada. Aquí va una selección de algunas donde se "ve" algo, incluida mi fascinación por árboles y piedras...
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