t r ó p i c o s
20091219
Lo supe sin querer saberlo. Sucedió como suceden estas cosas: uno anda intentando esconderse de no se sabe que y allí de golpe, en una noche como esa, de la nada y contundente se despliega el presentimiento. Avasallador instante del nunca más, del algo falta, de algo siempre faltará y está. No, no quería saber ¿qué? ¿de qué sirve imaginar que hay boquetes en los recuerdos, en los tiempos, tan grandes como la oquedad del caracol? Tu mar siempre de fondo en la oreja aunque no exista ni arena para recrearte ¿Cómo ha de resignarse a vivir un caracol en el desierto, en la montaña, en esta ciudad, si su memoria se produce constantemente a base de las olas que le lanzaron fuera? Espacio condenado a reproducir ad infinitum un sonido expandido, ausente. Oquedad grande, fascinante, devastadora la del caracol. No, nunca quise saberlo.
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