
16 de junio del 2009
Pasé a la librería de viejo, luego al correo, luego a la librería de elisabets. Envíe el paquete y no encontré los libros. En La central me atendió una chica que, como si el libro que buscaba de un persona se tratara, me comunicó con preocupación que estaba perdido entre todos los otros libros de poesía o entre todos los libros de toda la librería. Eso pasa aveces, dijo. Me prometió buscar, me pidió unos días. Sabía que no sería tan fácil, lo presentí aunque el catálogo en línea me prometía su accesibilidad. Volveré pronto, supongo que son días de hacerle hambre al poemario.

18 de junio 2009
Volví a elisabets a buscar el poemario. Otra chica, brusca, seca, fea, me informó burocráticamente que el libro no estaba en el estante. Explique, dije que la otra chica, que me urgía el libro... Nada fue posible contra esa indiferencia ante mi, ante los libros, ante mis explicaciones. Seguro se preguntaba ¿Quién tiene urgencia de un libro de poesía que aparte es de una editorial rara y que ni siquiera está en la sección de poesía universal sino en esa masa amorfa de poesia latinoamericana ? Más por deshacerse de mi que porque pensará que el libro aparecería me dijo que volviera en unos días. "Urgencia" repetía para mi misma extrañada. Me tomé una horchata de chufa allí mismo, como para recordarte, como para decirte que hay libros que existen para no tenerse. Te contaba imaginariamente, aún con el popote en la boca, que hay muchos tipos de urgencia, hay urgencias tibias, urgencias plagadas de sensibilidad o esta urgencia conmovida, triste y exiliada como ese libro de la Peri Rossi que acabé comprando, como consuelo, como promesa, como resignación, tal vez o todavía no tanto. Quería realmente darte ese regalo y tan sólo me quedaba pensar que disfrutarías tú también de esa horchata de chufa que compartiamos imaginariamente.

22 de junio 2009
He pasado desde muy temprano por la mañana por lugares con ventiladores. Hace calor y esos movimientos de rehiletes crean ambientes húmedos. Aquí, en este café de elisabets con radios antiguos, me tomo un zumo de naranja en un vaso de cristal de esos de abuelita. Me siento en sepia aunque hace un sol intenso. No tengo calor, tengo humedad. El chico de la libreria me devolvió el cambio y veía mis aretes mientras decía gracias. La señora de la biblia, cazando desprevenidos a la salida de la librería, me preguntó si leía la biblia, si rezaba el padre nuestro y se quedó muy pensativa cuando le dije muy sonriente y con cara de sinceridad que no, que no era católica.... y rápido agregué que ni cristiana ni nada de eso. No insistió y fui yo quien le agradeció su tiempo. Caminé rápido, tengo urgencia, sigo teniendo urgencia y solo hay ventiladores que me la remueven. Los ventiladores hacen más lento el tiempo, lo hacen más cíclico, más circular ¿durará para siempre este verano? ¿Urgencia de qué? El libro sigue sin aparecer y en el catalogo sigue su existencia fantasma. Promesas fallidas.

26 de julio 2009
Pase por Documenta este domingo. A. siempre me dijo de visitarla en la librería, pasar por allí y me prometía un 25% de descuento. Nada mal. Terminé con uno de Malcom Lowry, La razón cínica de Sloterdijk, el que quería de Didi-Huberman y hace rato quería leer ese de Lispector. Ella me dijo que era bastante moderada en mi compra de libros. No sé, no soy una devoradora de libros, incluso mejor diría que soy una "saboreadora" de libros y los llevo al ritmo que ellos exijan. Le conté del libro buscado y ¡sorpresa! descubrió que estaba en pdf, en línea, con sonidos y todo. No me lo podía creer. ¿ahora cual será la forma de hacértelo llegar? ¿imprimirlo? Creo que demeritaria tanta búsqueda. Eso sí, ella me hizo el día con el hallazgo. Terminamos tomando un café. Empiezo con Lowry y quiero leer la poética para cosmonautas pero me cuesta tanto pensar que tengo que hacerlo frente al or-de-na-dor. No quiero obedecerle, no.

Octubre 2009
Poco a poco he llegado a la conclusión, hemos ido llegando a ella: si un libro no aparece hay que hacerlo, rehacerlo, releerlo, hacerlo aparecer. Tuvimos muchas señales al respecto, distintas, lentas, progresivas. Pienso: todo es susceptible de convertirse en una señal si sabemos leer adecuadamente, aprendiendo a tejer y a crear lógicas de narraciones, a deshacerlas y recomenzarlas según convenga ¿no? Estoy segura: las señales estaban allí, sólo hacía falta verlas. Mientras el proceso iba creciendo y convirtiéndose en una recuperación de elementos- la búsqueda en las papelerías, la máquina de escribir en el clóset, las conversaciones y clases de encuadernación de G., el hurgar en mis cajas de postales, el escribir a máquina, el el que Hyz dijera "si te equivocas has como los copistas medievales..", etc.- iba pensando que el regalo era a la inversa. Tú me habías dado el regalo a mi: la improvisación, la búsqueda, el tiempo compartido, el uso de ese papel especial guardado desde el viaje a la india o de las postales recolectadas en diferentes años y lugares. Es algo bien modesto y plagado de errores, tú lo sabes cuando lo abres y lo tienes entre las manos, yo lo sé cuando miro el regalo digital, pero hay errores que nos hacen sonreír ¿no? hay no-encuentros que terminan siendo muy afortunados.
-:::::::::::_:....::::::::::::::: .e l l i b r o n o e n c o n t r a d o .::::.:...:.:....::.::...:...:..::.::::.:::..:::::

No hay comentarios.:
Publicar un comentario