Vengo de tomarme un cortado con doble carga, de fumarme un cigarro, de estar sentada en la terraza del Fragile, de pedir encendedor-mechero dos veces, de escribir fragmentos para un post mientras estaba allí emocionada por lo maravilloso de días así de nublados y así de fresquitos-qué privilegio en medio del verano los 24º en plena tarde. Fragmentos, repito.
1. Los días así me plantan de golpe y de manera eufórica en la linea en la que a punto de estar feliz o apunto de estar triste no se distingue bien. Puedo morder, escribir rápido, pedir el encendedor-mechero dos veces, regalar cigarros a todos los vagabundos de afuera de la vidriera que dice "arte y política" y sentirme completamente molesta por la vidriera y completamente feliz por dar un cigarro porque sé la felicidad que es tener el cigarro en el momento adecuado. Me gusta más que me regalen cigarros que comprarlos, me gusta más regalarlos que tenerlos para mi. Un cigarro sólo funciona si hay necesidad de por medio y eso implica no estar preparado para cuando hay la necesidad: ni cigarros ni encendedor-mechero encima. Ir en busca de o ir a la repartición de, cualquiera de las dos.
2. Somos los peores, nos matamos continuamente a fuerza de amor, de café, de cigarros, de locuras, de perezas absolutas e incontrolables, de trabajo a montones e impausable, de dolores, de arrebatos de alcohol, de saber-esepinche-llenarnos-de-certidumbres o de dudas esquizoides malacomodadas-a-punto-de-caerse-de-la-mesa, estrellarse en el suelo. Tenemos una debilidad por el suelo por el crac por el sonido ese de lo que se estrella, ese segundo inaprensible e inesperado que es antes de lo que se rompe ¡es un instante! Después nos lamentamos sin aceptar que antes tuvimos ese vertigo en la panza, esa espera de la caida, ese desacomodar o acomodar demasiado siempre-al-borde. Acomodar en extremo es poner más al borde, hacer más estruendoso el crac-crash y fingir que no se tiene esta cosquilla en la panza.
3. Es más el hecho de sostener el cigarro que fumarlo. Es ese absurdo acto de materializar el paso del tiempo en humo. Eso es.
4. ¿cuando? La pregunta por el cuando. Se empieza a fumar así como se ama o como cualquier otra cosa, sin saberlo, sin poder precisar. Me intriga tanto esa pregunta por el cuando ¿alguna vez podemos establecer un punto de comienzo, un instante preciso de inicio? ¿Cuando es el principio? ¿el deseo, el primer cigarro, el último, el de la continuidad, el instante que alguien lo ofrece, el nerviosismo, la alegría, la compra de la cajetilla...? ¿cuando de repente eramos fumadores? ¿cuando estabamos encarrilados en esto-de-ser-lo-que-sea? ¿hubo principio? ¿lo notamos? Ese curioso e ingenuo deseo por saber el cuando. Pienso, la historia, la historia del arte , siempre tan susceptible a la fijación de fechas, de hechos ¿importan "los hechos" o importa todo lo que subyace en ellos, lo que arrastran -hacía todos lados y no sólo en una linealidad-?¿ Importa el antes o el después? ¿existe un antes o un después? ¿empezaremos algún día a tener una concepción más compleja del tiempo y del discurrir de las cosas que entonces deje de preguntarse por "el momento" y entonces empiece a preguntarse por todo lo que lo conforma? ¿hay una palabra que desplace al cuando?
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