Tengo ganas de llorar y no me animo. Hace falta empezar a hablar en tercera persona para empezar con las lágrimas. Ella quiere llorar por algo que no sabe, por la solemnidad que produce decir "llorar-por-lo-que-no-se-sabe". Tautología, si se llora es porque no se sabe y saber -creer tenerlo de cierto- es la forma más ridícula de la incertidumbre . Saberlo es más grave y menos arriesgado. Tal vez. Hoy leía sobre ese punto que se resiste al entendimiento como productor de un "algo" con sintaxis y semántica propia que necesita ser explorado, no para ser normalizado por un según-entendimiento sino para plagar de sentido (o sinsentido) el espacio-tiempo, al lenguaje.
Ella quiere llorar sin que la solemnidad le importe, sin que hablar en primera persona entorpezca el proceso. Quiere llorar en nosotros, en impersonal, en vosotros, en él, en ella. Deseo máximo -y ahí donde dice llorar ponga el verbo que mejor le convenga-: llorar sin sujeto. Hacer poética -entienda eso en el sentido más amplio y vago- sin hablar desde un yo -en plural, en singular...- desafiando el lenguaje y la tradición occidental de hablar del yo como poseedor y creador del sentido. Tan sólo comenzar a ser-realmente ese vacío.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario