Me gusta esa simplicidad, esa forma tan tuya de contar la historia, de sentirla. No me halaga, no me halaga en lo absoluto pero debo confesar que me divierte mucho. No sé por qué ahora me acuerdo del árbol en Tepoz, en el atrio del convento, la nubla bajando, los cerros verdes por las lluvias del verano, la pirámide que no conozco pero, dicen, está allí en el Tepozteco y por solo dos pesos la puedes observar desde uno de los balcones del convento novohispano. Y yo sentada sobre las bancas musgosas pensando en la diferencia de ese árbol respecto al árbol del interior y el interior distinto respecto a ese árbol. No sé explicarlo bien pero lo pienso así porque esta mañana me inundan o me visita la sombra de vila-matas que es la sombra de tabuchi que es la sombra de pessoa y por supuesto me visita el deseo enorme de leer ese libro de Daniel Sada que he ido leyendo en La Central a trozos (cuando paso por elisabets entro y adelanto 2 páginas más y luego dos más, así patéticamente en espera de la beca y de poder comprar el libro aunque sería más bonito terminar de leerlo de dos páginas en dos páginas en la libreria). Decía, me divierte deconstruir mi lectura de las cosas a través de la tuya aunque en absoluto la prefiera. Tu versión me divierte como exterior pero como interior me aburriría. Eso es, es sólo cuestión de diversión y de dar un poco de dramatismo.
Fragmento de lectura matutina en vias de ponerme a trabajar ya,
" Cuando me presentaron a Tabucchi en Barcelona, le pregunté casi de inmediato si por casualidad había veraneado alguna vez en Cadaqués, y me dijo que sí, y muy pronto vimos que yo era el niño que encontraba estúpidos a los adultos. "Ya ves, no todos los recuerdos son inventados", me dijo Tabucchi, "aunque éste en concreto deberíamos transformarlo hasta conseguir que parezca inventado y así conseguir que no sea tan nuestro, debemos desorientar a quienes persiguen datos reales para reconstruir nuestras vidas". Entendí que para Tabucchi nuestra inclinación natural siempre ha sido la de ser otros y ser muchos, lo que felizmente nos ha permitido organizar nuestra poética a posteriori, convertir nuestras respectivas vidas y escrituras en una suma de las vidas falsamente verdaderas de todos aquellos personajes de nuestros libros que han habitado en nosotros. "Entonces", le dije, "¿qué hacemos para que nuestro recuerdo de Cadaqués parezca inventado?" "Obviamente, contarlo tal cual como fue", dijo. Y yo pensé en Daniel Sada cuando en una parada de autobuses le escuchó decir a alguien que porque parece mentira la verdad nunca se sabe. Y retuve esa idea de Tabucchi de desorientar a quienes quieren reconstruir nuestras vidas. Y a partir de aquel día, tras enterarme de que él se consideraba la sombra de Pessoa, decidí convertirme en la sombra de Tabucchi y así ser la sombra de la sombra de una sombra. "
(y el "tal como fue" es como una clave capciosa que me hace morirme de la risa)
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