A veces quiero ser Violetta, así de cruda, así de bitch, así de witch. Quiero, de repente, convertirme en una Bárbara Patterson cualquiera y gritar carajo a la minima provocación y llenarme la boca de groserias y saborearlas antes de escupirlas. A veces me dan ganas de tapar todos mis pinches miedos vociferando todas las putas palabras que se me ocurran. Otras veces me dan ganas de salir directito de una novela de Mastretta o de Loaeza y ser una reinita bien vestida y con el futuro resuelto. Dan ganas de tener la felicidad aunque esté sostenida con palillos y con tacones altos altisimos. Eso sí, ni una mala palabra, no no, nada de eso... los miedos se quitan usando la tarjeta de crédito.
Pero de lo que en realidad me dan ganas es de ser un personaje. Me dan ganas de que alguien más me escriba y me ponga las palabras en la boca, de que alguien más me decida y me piense. Quiero ser la ficción de alguien más, tener hilitos aunque, ahora que lo pienso, suena mejor que te escriba Bolaño a que te escriba Loaeza, eso que ni que...
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