A veces los goterones llegan cuando uno menos los espera. Sin paraguas en la mano, con blusa de tirantes, sandalias y falda la lluvía parece inoportuna. Y luego, al ir evadiendo los charcos o al meter los pies en ellos, al abrazar los libros con fuerza para que las hojas no se mojen, al sentir la piel erizada y repleta de humedad, uno se da cuenta que los granizos son como exfoliantes para la memoria de la piel.
Y así es, hay ciclos de lavado que son helados pero, después de todo, no tan inoportunos.
1 comentario:
y ojala no te de gripa!
Publicar un comentario