t r ó p i c o s

20091125

Hoy fuimos a Cholula, el volcán, la pirámide. Ibas con tu vestido azul y los huaraches que le compraste a una señora afuera del mercado. Yo con mis sandalias-de-siempre, mis uñas rojas a punto de despostillarse, esos pies que, decía mamá, eran de marchanta. Yo de niña miraba atenta a las señoras que vendian aguacates afuera de la misa dominical y admiraba esos pies y sentía que tendrían que pasar años e historias para merecer esas callosidades, tener los pliegues del tiempo en los talones. Nunca, cuando pude, dejé de ir descalza pero tampoco pude acceder a esos pies de barro ancestral. Mirábamos nuestros pasos. Las banquetas estaban repletas de adjetivos. Cómo me gusta esa palabra -banqueta-, te dije -¿qué es? -preguntaste. Sólo seguimos caminando, en silencio, con la mirada clavada en los huaraches como si de eso dependiera el equilibrio. Días de caminatas absolutas replegadas en nosotras mismas. Llevábamos ocultas las ampollas, la carne inflada como pequeños peces, los pies con el polvo de alfabeto, con la tierra que desprende el tiempo cuando chirria y nos deja. ¿Eramos nosotras las que mirabamos los huaraches o los huaraches los que nos sostenian a través de la mirada? Sin habernos dado cuenta nos tomabamos de la mano para desafiar la gravedad. El tiempo que es una forma de gravedad, igual te jala al centro de la tierra de manera lenta y continua. Somos eso: un caer lentisimo pero continuo. Las suelas nos salvaban del piso siempre bullendo chapopote por todos lados, nos protegían de lo dentado de las corcholatas de coronitas y coca colas. Fue al llegar a la pirámide cuando te contesté, para entonces ya ni siquiera recordabas la pregunta. Yo, de puro desquite, en un casi castigo -¡qué manía me daba tu poca memoria!- te solté una larga cadena de referencialidades y sentidos varios de la banqueta, que un signo occidental, de cómo delimitaban la ciudad, de cómo las construian, de su supuesto no peligro.... tonterías, palabras vacías, un bla bla bla típico de cuando da miedo enfrentarse al estar en un espacio tiempo en silencio, suspendidos. Tú solo me mirabas callada.

2 comentarios:

Miréia Anieva dijo...

Cholula nos trae recuerdos -a ti y a mí-, nos guarda.
Saludos, compañera.

mabellev dijo...

compañera!
nos guarda, lindo leerlo y pensar que es así, que hay una parte nuestra guardada allí... cholula...
muchos saludos hasta donde esté usted.